Los
materiales definen la identidad sensorial de un lugar. La textura, la transparencia
y el sonido influye en cómo percibimos; por ejemplo, una pared puede transmitir
calidez, un piso puede sonar firme o un vidrio puede abrirnos hacia el
exterior. Además, cada material tiene propiedades que modifican la luz, la
temperatura y la acústica, impactando directamente en el ambiente y la
comodidad.
También
marcan límites y transiciones, guiando recorridos y diferenciando espacios sin
necesidad de palabras. Se convierte así en un lenguaje arquitectónico que
establece vínculos entre las personas y el espacio. Por eso, el sistema
material es un lenguaje silencioso que conecta a las personas con la
arquitectura.
En conclusión, el sistema material en arquitectura no se limita a elegir con
qué se construye, sino que refleja una forma de pensar y de sentir. Es el punto
donde se unen la técnica y la emoción, lo físico y lo simbólico. Gracias al
sistema material, la arquitectura cobra vida, transmite valores y genera
experiencias. Reconocer su importancia es entender que cada textura, sonido y
superficie forman parte del lenguaje que hace que un espacio se sienta
verdaderamente habitable.
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